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LOS 13 DE DANNY OCÉANO, YA NOS VAMOS HACIENDO MAYORES Y TODO ESTO PARA QUÉ??


Me invitaron el viernes pasado a una de esas premieres que las agencias de publicidad dan a sus clientes importantes. En realidad, una compañera de mi novia que trabaja en la oficina de prensa de una aseguradora, nos regaló las entradas y fuimos a uno de los pocos cines grandes, un teatro magnífico, que aún no han sido reconvertidos en sede de musicales del cutre-broadway-gran vía de madrid. El público reflejaba esa idiosincrasia petulante y pijo-indie del publicista de medio pelo madrileño. Pero hablemos de la película, aunque la productora no me pague nada por hacerles publicidad gratuíta en esta vuestra bitácora de cine.
Para mí lo mejor de Los 13 de Danny Océano fue una breve secuencia en la que George Clooney y Brad Pitt pasean por una sorprendente acera de una calle de Las Vegas, que bordea una especie de río o embarcadero, charlando sobre sus relaciones sentimentales, y se detienen a contemplar un viejo hotel-casino. Frente a éste, reflexionan sobre cómo han cambiado las cosas y recuerdan como era todo antes, refiriéndose a ese antiguo casino que supongo habrá aparecido en alguna de las secuelas anteriores. Parecían dos maduretes compadres hablando con nostalgia del pasado. El resto es lo de siempre, el plan para robarle a Al Pacino unos diamantes, pero sobretodo, para hacerle caer por prepotente empresario de la cultura del pelotazo. Yo creo que el verdadero tema de esta cinta es la vejez y el paso del tiempo. Elliott Gould, ya más mayor, está muy enfermo, y sus amigos lo planean todo para vengarse del cabronazo de Al Pacino, que le provocó un infarto a Gould. Además, Ellen Barkin muestra sus operaciones estéticas sin ningún tapujo, intentando ligar como una asaltacunas (Damon dixit) con el personaje pantera-rosiano que interpreta un absurdo y a veces divertido Matt Damon. Hay una sorna constante con respecto al inglés recalcitrante de toda la vida, como buscando el espíritu perdido de David Niven, Peter Sellers y Blake Edwards.
Este canto liviano y despreocupado al viejo estilo de la profesión de ladrón, a la camaradería y a un mundo que ya se está acabando, es lo que me llevo cuando salgo del cine. La tecnología achicharrante y CE-ESE-I-ana de estos delincuentes me cansa, como casi todas las pelis de vamos a planificar un plan de robo muy sofisticado y muy ingenioso. Para mí estas pelis se acabaron en los 70. Los 13 lo saben, por eso se reúnen para celebrar que son amigos en la vida real y hacen chistes de sí mismos porque no hay otra cosa más importante que hacer.

Eso sí, son estrellas progres concienciadas y piden subliminalmente mejores condiciones sociales para los trabajadores mexicanos aunque caigan en el tópico cheguevariano y del paternalista gringo al que le sale barato tener contentos a los currantes del tercer mundo. Estas estrellas se describen a sí mismas con sus personajes, millonarios aburridos y algo vacíos a los que ayudar a sus amigos en apuros les hace darle un sentido a su exceso de dinero.
Clooney y Pitt ponen la cara y el carisma, mientras los secundarios son los que llevan todo el peso de la acción. Espero ingenuamente que parte de los millones de dólares que ganen todos ellos con esta película, los repartan entre la desfavorecida clase trabajadora latinoamericana que les barre las calles californianas y les hace la comida.

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