Ayer por la noche salí muy satisfecho de la sala de cine. Por la película, claro, no por la legión de viejales revoltosos y comentaristas que en Madrid uno tiene que soportar en cualquier sesión de cualquier película, porque van a todas. La senectud madrileña, y yo lo aplaudo, va mucho al cine, además su líder espiritual Espe Aguirre les casi regala la entrada los martes a 1 euro. No es que le haya perdido el respeto a las personas mayores, pero como ellas lo suelen perder con el resto de la gente dentro del cine, me veo abocado a criticarlas con fiereza y a recomendarles que se vayan a jugar a la petanca como toda la vida de dios.
Hecha esta disgresión, vayamos a la película :
Entretenida y apasionante, muy centrada en la interpretación de los actores, muy cuidados todos los pequeños detalles que definen a los personajes, y una trama, que aunque prolija en datos informativos, se sigue sin apenas respirar.
Qué es lo que me ha interesado más. La narración del principio de una época, la nuestra. A finales de los 60 comienzan los medios de masas, el poder de la televisión como espectáculo sensacionalista, la investigación periodística, el endiosamiento de asesinos en serie y sobretodo, el nacimiento del frikismo como curiosos de la cultura popular americana que se obsesionan por investigar a los abducidos, los ovnis, las civilizaciones milenarias, la serie-b, las conspiraciones, los asesinos en serie etc.. Época ingénua y menos tecnológica que ya anticipa y contiene a los principales elementos genéricos del film Seven, del mismo director. ¿Acaso el principal sospechoso de ser Zodiac no es un trasunto del Kevin Spacy desafiante y demoníaco de Seven?. ¿No es Gyllenhaal un Brad Pitt sin Gwineth y Ruffallo un Morgan Freeman más nervioso y borde?. (Me encanta la secuencia en la que le pide las patatas fritas a su compañero y cuando le quita las rodajas del tomate, como yo, al sandwich). Todos sacrifican algo de sus existencia por la obsesión de saber quién es zodiac, una leyenda urbana que entre todos han creado y que se escapa por los huecos que deja la fatal burocracia y la pérdida de interés de los media, lo que hace que ya no exista para la policía ni para los políticos. El asesino se retroalimenta de su propia historia escrita y noticiada por los diarios y la tv para jugar con todos. Los periodistas obstaculizan la investigación sólo para llenar espacios y titulares, ¿os suena?. Y sólo continúa la intuición de un aficionado, un amateur como nosotros, friki apasionado y devorado por el mito al que quiere desenmascarar. Esa mirada del chaval al presunto asesino en la ferretería : - Yo te conozco, sé quién eres, lo sé. A mí no me engañas, cabrón.
(Qué importante es que a un Friki le apoye su familia y su pareja.)
Aquí no hay la cabeza envuelta de la novia del héroe, está su alma guardada en una caja de zapatos con todos los recortes de prensa.
Ahora que tenemos internet, móviles y gps, el frikismo periodístico es más posible que nunca.
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