Tengo un poco olvidado este blog. No voy a decir lo que todo el mundo ya sabe, que los blogs están pasados de moda, que ya nadie lee, que todo el mundo quiere ser youtuber y videobloguero, etc... Yo mismo he acabado escribiendo mis críticas de cine en mensajes de whatsapp que he ido enviando a amigos y familiares. Como todos estamos enganchados al teléfono móvil, al final, es desde este dispositivo donde se hace todo, desde la prisa y la inmediatez. Y esto va en contra del pensamiento lento y la reflexión. La crítica ya no se hace de la misma manera. Nada se hace ya de la misma manera. Este formato se ha ido quedando obsoleto, por desgracia.
He ido casi una vez al mes al centro comercial porque es el cine más cercano a casa.
He podido visionar Logan, La casa de la esperanza, Silencio, Wonderwoman, John Wick II, y alguna más que no recuerdo. Me gustaría ver también Dunkerque.
Pero podría hablar al mismo tiempo de un cine más interesante, que es el que visiono en casa, porque son películas menos accesibles en las salas.
Ahora muchísima gente ve series y pelis cuando tiene tiempo. Sigo Twin Peaks, Juego de Tronos, Walking Deads y Black Sails. Eso sí, de manera un tanto deslabazada.
El discurso actualmente está fragmentado. Mientras mi hija reclama mi atención, apenas puedo concentrarme para escribir este artículo. El profesor de un curso de Edición y Postproducción, nos dijo a sus alumnos, hace bien poco, que él ya no veía películas completas, solo vídeos cortos por Youtube. No quiero que me pase lo mismo. Pero lo peor es que se jactaba de esto. Hablaba de la muerte del cine, lo despreciaba con ironía aunque después defendía su particular y tópico cánon de películas míticas e imprescindibles de la historia del séptimo arte.
Desde que el cine se ha convertido en un producto de usar y tirar, parece que se ha vuelto prescindible como pieza artística. Sólo parece servir para el ocio, para entretener y ocupar nuestro tiempo en cualquier sitio. Desde el móvil o la tableta, la película o la serie es un cúmulo más de imágenes, a la misma altura que el típico video de gatos graciosos en internet.
Yo mismo me conformo con visionar videos cortos turísticos de las Baleares, o clips musicales, u opiniones más o menos ingeniosas de videobloggers, o la última reflexión conspiranóica del más popular amante del misterio. ¿Espectador pasivo o también creador de imágenes y narrativa rápida e hipermoderna?. Aún no lo sé. Se lo preguntaré a mi móvil chino.

He ido casi una vez al mes al centro comercial porque es el cine más cercano a casa.
He podido visionar Logan, La casa de la esperanza, Silencio, Wonderwoman, John Wick II, y alguna más que no recuerdo. Me gustaría ver también Dunkerque.
Pero podría hablar al mismo tiempo de un cine más interesante, que es el que visiono en casa, porque son películas menos accesibles en las salas.
Ahora muchísima gente ve series y pelis cuando tiene tiempo. Sigo Twin Peaks, Juego de Tronos, Walking Deads y Black Sails. Eso sí, de manera un tanto deslabazada.
El discurso actualmente está fragmentado. Mientras mi hija reclama mi atención, apenas puedo concentrarme para escribir este artículo. El profesor de un curso de Edición y Postproducción, nos dijo a sus alumnos, hace bien poco, que él ya no veía películas completas, solo vídeos cortos por Youtube. No quiero que me pase lo mismo. Pero lo peor es que se jactaba de esto. Hablaba de la muerte del cine, lo despreciaba con ironía aunque después defendía su particular y tópico cánon de películas míticas e imprescindibles de la historia del séptimo arte.
Desde que el cine se ha convertido en un producto de usar y tirar, parece que se ha vuelto prescindible como pieza artística. Sólo parece servir para el ocio, para entretener y ocupar nuestro tiempo en cualquier sitio. Desde el móvil o la tableta, la película o la serie es un cúmulo más de imágenes, a la misma altura que el típico video de gatos graciosos en internet.
Yo mismo me conformo con visionar videos cortos turísticos de las Baleares, o clips musicales, u opiniones más o menos ingeniosas de videobloggers, o la última reflexión conspiranóica del más popular amante del misterio. ¿Espectador pasivo o también creador de imágenes y narrativa rápida e hipermoderna?. Aún no lo sé. Se lo preguntaré a mi móvil chino.
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