He visto por segunda vez El árbol de la vida, y sigo opinando lo mismo
que la primera: la historia familiar es magnífica. Todo el mundo tiene
padres, madres, hijos y hermanos y el argumento te llega, es real y
emocionante como la vida misma. Pero el rollo trascendental de
postalitas cristianas me sobra. Si eres católico creyente, puedo
entender que creas en la vida eterna y en el reencuentro con tus padres y
hermanos en el Más Allá. Pero si no lo eres, esa apostilla te sobra.
Creo que la historia no lo necesita. Me gustó más la diatriba sobre las
dudas espirituales del cura que interpretaba Javier Bardem en To the
wonder, bastante más humano y realista. Era lo mejor entre tanta imagen
bonita y de videoclip de esa pareja almibarada e incomprensible que
interpretaban Ben Affleck y Olga Kurylenko. Pienso que Terrence Malick
tiene las maravillas de la creación frente a sus ojos, pero sin embargo,
desvía el discurso a lo teórico y abstracto, que no pasa al final de un
folleto coloreado de los Testigos de Jehová.
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