Sobra la buena conciencia y el remordimiento.
Todo el argumento gira alrededor de una falacia:
la bonhomía de un hombre honesto que querría
sin embargo, mirar a los ojos de aquel a quien mata.
Pero sólo puede ser una pieza minúscula del engranaje
del asesinato funcionarial,
de la burocracia anónima que desde una llamada telefónica,
un email o una transmisión por skype
ordena cargarse al objetivo previamente seleccionado,
sin que importen los daños colaterales.
Pieza menor de Andrew Niccol,
cuyo Gattacca es su obra cumbre,
nunca repetida después,
aunque la temática se mantiene una y otra vez, como el mito
de Sísifo.
La alienación y deshumanización virtual del hombre y de los estados.
El efecto que produce en nosotros la asepsia de la tecnología.
Y entremedias de ese mundo-máquina, aparece la atracción y el amor.
Suárez la militar latina con conciencia.
Ethan Hawke, aquí como un trasunto del Clint Eastwood hierático
e impasible, pero con humanidad.
En ese país kafkiano de fríos funcionarios militares que cumplen órdenes
sin cuestionarlas, Hawke y Suárez no solo representan a los militantes, sino
a las personas de honor.
- Yo no me alisté para esto, dice Suárez.

Y los cuadros de Hooper como inspiración estética de esas urbanizaciones artificiales americanas
donde viven familias rubias perfectas.
El futuro está en la mezcla y en la identificación del otro como un igual.
La deshumanización del enemigo es fascismo,
que también deshumaniza a quien aprieta el gatillo
como si fuera un videojuego, a miles de kilómetros de distancia.
Todo el argumento gira alrededor de una falacia:
la bonhomía de un hombre honesto que querría
sin embargo, mirar a los ojos de aquel a quien mata.
Pero sólo puede ser una pieza minúscula del engranaje
del asesinato funcionarial,
de la burocracia anónima que desde una llamada telefónica,
un email o una transmisión por skype
ordena cargarse al objetivo previamente seleccionado,
sin que importen los daños colaterales.
Pieza menor de Andrew Niccol,
cuyo Gattacca es su obra cumbre,
nunca repetida después,
aunque la temática se mantiene una y otra vez, como el mito
de Sísifo.
La alienación y deshumanización virtual del hombre y de los estados.
El efecto que produce en nosotros la asepsia de la tecnología.
Y entremedias de ese mundo-máquina, aparece la atracción y el amor.
Suárez la militar latina con conciencia.
Ethan Hawke, aquí como un trasunto del Clint Eastwood hierático
e impasible, pero con humanidad.
En ese país kafkiano de fríos funcionarios militares que cumplen órdenes
sin cuestionarlas, Hawke y Suárez no solo representan a los militantes, sino
a las personas de honor.
- Yo no me alisté para esto, dice Suárez.

Y los cuadros de Hooper como inspiración estética de esas urbanizaciones artificiales americanas
donde viven familias rubias perfectas.
El futuro está en la mezcla y en la identificación del otro como un igual.
La deshumanización del enemigo es fascismo,
que también deshumaniza a quien aprieta el gatillo
como si fuera un videojuego, a miles de kilómetros de distancia.
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