John muere al final, es literalmente una "paranoia" propia del universo Don Coscarelli. Todavía recuerdo la inquietante sensación que me produjo de niño Phantasma, su surrealismo terrorífico y sus imágenes traídas del sueño de un demente. Pero esta vez, en esta entretenida película, el humor y la irreverencia a lo Viaje alucinante de Bill y Ted, del que tiene bastantes puntos en común, se mezcla con una historia que podría haber surgido de la mente del nieto de William S. Burroughs y del Cronenberg de Existenz y el Almuerzo Desnudo. La presencia de la Muerte es constante, y el jugueteo con ella, con el espacio-tiempo, con la psicodelia drogadicta, me retrotrae a otro grande del espasmo cinematográfico, Jodorowsky. Me gusta su estructura de confesión periodística, que salta hacia atrás y adelante de la narración. Y cuando acaba, se echa de menos una segunda parte de esta pareja alucinante..

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