
Recuerdo una tarde-noche en un cine de verano en Córdoba, viendo PRIMER con mi hermano y un amigo de éste, y rayándonos mucho con sus múltiples tramas de realidades repetidas, múltiples yoes y viajes en el tiempo unos minutos al futuro o al pasado. Visionando Coherence he vuelto a sentir ese deslumbramiento y perplejidad, además de agradecer que un argumento me haga pensar un poco y no me lo de todo hecho. Cierto es, que como en los buenos guiones de género, el argumento fantacientífico se puede leer como una metáfora de una relación de pareja, o de un modo de vida, de como progresan y se estropean las relaciones en general, y de las vidas estables y perfectas que anhelamos. Ningún yo de cualquiera de estos personajes es peor que el otro, son todos la misma persona en diferentes realidades. Lo que cambian son las circunstancias, aunque es curioso como todos tratan de putearse a sí mismos, de manipular a sus reflejos para distinguirse de los demás y salvarse. Está muy conseguida esa lucha individual con los demonios interiores, y sobretodo, la forma realista en la que los personajes contemplan a sus otros yo, casi como extraños y enemigos. Su realización en vídeo, cámara al hombro, le ha dado verosimilitud como si fuera un reality desquiciado. Y aunque al final se quede con una de las posibles realidades, la película podría ser eterna, si explorase el desarrollo de las millones de realidades posibles. Magnífico experimento mental y visual, que nos muestra hasta donde puede forzar un argumento los límites del raciocinio..
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