
YO, FRANKENSTEIN es una coproducción australianorteamericana de fantasía basada en un cómic del autor de UNDERWORLD, y como aquella, un divertimento de acción sobrenatural centrado en la guerra secreta del bien contra el mal, sin mayores profundidades.
Es un film deudor en forma y fondo de la onda de otros nacidos en los años 90 cuyo estilo pervivió en Hollywood y alrededores con fuerza hasta entrado este siglo y que después de todo aún permanece, tales como EL CUERVO, SPAWN, BLADE o VAN HELSING, además de la propia UNDERWORLD y la influyente e ineludible MATRIX.
Prácticamente sin asideros con los que anclarse a la realidad, YO, FRANKENSTEIN es pura fantasía de principio a fin, y esa es su mayor virtud. Una cinta muy entretenida en la que se echa en falta, eso sí, un mayor trasfondo del protagonista; que tal vez se sugiriera más sobre su vida pasada en los últimos 200 años más allá de una conveniente elipsis. Por lo demás, lo mejor son sus Gárgolas guerreras, parecen extraídas de aquella serie de animación (Gargoyles, Héroes mitológicos) que como ángeles protegen a la humanidad de unos demonios intrigantes y corporativos propios de las series ANGEL o BUFFY (vuelven los 90 de nuevo), y las espectaculares secuencias que protagonizan (hay que disfrutar del film como se haría si se tratase de una desacomplejada producción de artes marciales asiática), en una urbe gótica indeterminada, que , al igual que en UNDERWORLD, aparece permanentemente en tinieblas y sólo poblada por las personas corrientes de forma casi subterránea, cuando aparece el metro o el interior de algún garito, hospital o discoteca. Como reza la Santa Compaña en la noche de San Juan:"Caminad de día, que la noche es mía".
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