TRANCE es la mejor película de Danny Boyle en años, después de una tanda desafortunada, que incluye la prometedora pero floja SUNSHINE, la nada interesante SLUMDOG MILLONAIRE (que aún ni he visto, y que generó una inmoral controversia sobre los chicos de la calle que aparecían en la cinta), y el entretenido y prescindible telefilme que es 127 HORAS, que no exprimía su premisa con suficiente acierto.
Pero TRANCE Sí. Elude el compromiso con gilipolleces nominadas a los oscars sin nada que contar para centrarse en una historia elaborada de verdad con personajes que importan en un film cuyo ajustado presupuesto le confiere una mayor libertad creativa. Y se nota.
TRANCE es mejor no contarla. Sólo decir que contiene continuos giros argumentales, que es sexy y perversamente romántica. Muy british y globalmente futurista, sin serlo.
Y supera en potencia cinematográfica a la sobrevalorada ORIGEN, el soso gran juguete vacío que se marcó Nolan cuando pudo hacer un nuevo y sobresaliente TRUCO FINAL. Aquí hay pasión por lo que se cuenta y garra, no es un Kubrick analítico, mira su locura desde el centro de la tormenta, no desde fuera como hacía el realizador de LA NARANJA MECÁNICa, escalpelo en mano y arruinando sus proyectos, como la chorrada maniquea de EL RESPLANDOR (otra sobrevalorada).
Y en TRANCE la oscuridad queda bien representada por las referencias al arte de Goya.
Y además, TRANCE tiene a Rosario Dawson.
TRANCE es la mejor película de Danny Boyle en años, después de una tanda desafortunada, que incluye la prometedora pero floja SUNSHINE, la nada interesante SLUMDOG MILLONAIRE (que aún ni he visto, y que generó una inmoral controversia sobre los chicos de la calle que aparecían en la cinta), y el entretenido y prescindible telefilme que es 127 HORAS, que no exprimía su premisa con suficiente acierto.
Pero TRANCE Sí. Elude el compromiso con gilipolleces nominadas a los oscars sin nada que contar para centrarse en una historia elaborada de verdad con personajes que importan en un film cuyo ajustado presupuesto le confiere una mayor libertad creativa. Y se nota.
TRANCE es mejor no contarla. Sólo decir que contiene continuos giros argumentales, que es sexy y perversamente romántica. Muy british y globalmente futurista, sin serlo.
Y supera en potencia cinematográfica a la sobrevalorada ORIGEN, el soso gran juguete vacío que se marcó Nolan cuando pudo hacer un nuevo y sobresaliente TRUCO FINAL. Aquí hay pasión por lo que se cuenta y garra, no es un Kubrick analítico, mira su locura desde el centro de la tormenta, no desde fuera como hacía el realizador de LA NARANJA MECÁNICa, escalpelo en mano y arruinando sus proyectos, como la chorrada maniquea de EL RESPLANDOR (otra sobrevalorada).
Y en TRANCE la oscuridad queda bien representada por las referencias al arte de Goya.
Y además, TRANCE tiene a Rosario Dawson.
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