Se me ocurrían varias películas mientras veía ésta de Blancanieves. Aquí pondría una canción de Loreena Mckennitt, allí situaría druidas, allá la penetración del cristianismo en tierras celtas mientras las antiguas creencias se difuminaban, en otra secuencia respetaría el sonido original y nunca doblaría las canciones de los enanos, etc.. O sea, que repetiría la excelsa Excalibur, de John Boorman, película definitiva sobre el tema y no superada jamás. Esta Blancanieves es muy ambiciosa a nivel visual y estético, quiere epatar como buen blockbuster americano. Y logra entretener, a pesar del hastío y cansancio que me embargan cuando contemplo la enésima batalla ruidosa de caballeros medievales. Esa Tierra Media que bebe de todas las fuentes posibles del cine contemporáneo de aventuras, el Señor de los Anillos en el horizonte, como objetivo que no se alcanzará, y que demuestra el punto y aparte que logró aquella trilogía en el género, como hizo Matrix en el suyo. Charlize Theron y el chicazo de Crepúsculo que nos quieren vender como princesita tiran de la historia, como el Thor cazador, en mi opinión uno de los actores más creíbles haciendo de vikingo, escandinavo o guerrero bestia. El Bosque Oscuro está muy logrado, llega a la altura de aquellos ambientes de los librojuegos de Dragones y Mazmorras, y el Troll se merece una película para él solo. Pero los enanos, a pesar de que son interpretados por lo mejor del cine británico, son intercambiables con los hobbits. En fín, por un lado, cine de aventuras made in hollywood de toda la vida, con canción pop épica en los títulos de crédito, como se viene haciendo desde los 80, pero algo despersonalizado, con todos los medios para hacer una obra de calidad y que trascienda, pero que se desperdicia haciendo sólo un producto correcto de entretenimiento con la imaginación justa.
Blog de películas, en una época en la que ya nadie lee blogs y donde no se sabe si el cine se seguirá proyectando en salas o sólo en plataformas, tabletas y teléfonos móviles.
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