En Grupo 7, el argumento histórico me atrapa, la reflexión sobre un pasado reciente y brutal, áspero y corrupto, pero también vital y divertido, cuando España era un simulacro de potencia emergente de tamaño medio, cuando estaba en el camino del desarrollo en los años 80, y construía su falso escaparate de riqueza, como hacen ahora Brasil con los Juegos de Río limpiando las favelas, o hizo China con los Juegos Olímpicos de Pekín o la Exposición Universal. Ver aquello, el esfuerzo de limpieza de yonquis y traficantes del centro de Sevilla desde 1988 a 1992, reconocer una España dura, cutre y subdesarrollada, y contemplar lo que somos ahora, me produce un sentimiento ambivalente. Por un lado, valorar el avance conseguido en 20 años, y por otro, constatar con desolación el retroceso actual y el pago de los platos rotos, las facturas del exceso, la corrupción política, empresarial y social, la tristeza del espejismo de algo que no pudo ser. Las tramas secundarias personales de los personajes principales no están bien trazadas ni resueltas en general, son tópicas y a veces sobran. Los actores funcionan bien en el argumento primario, en sus relaciones en el trabajo de extrema dureza que realizan, y es un hallazgo del director, Alberto Rodríguez, un Tavernier andaluz, tratar con tanta destreza,a la altura de un retrato sociológico digno de Tropa de élite, Ciudad de dios y L627, la lucha contra el crímen cuando provienes de una cultura poco democrática y nada honesta, y sólo dependes de que unas cuantas personas hagan bien su trabajo. Reflexión necesaria en estos tiempos.
Blog de películas, en una época en la que ya nadie lee blogs y donde no se sabe si el cine se seguirá proyectando en salas o sólo en plataformas, tabletas y teléfonos móviles.
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