Me fascinan las películas de magos, de trucos, de estrategias, de intentar desentrañar los mecanismos de cualquier aparato o argumento, como en "El truco final", en "Primer", en "Orígen", "Memento", ó "La jóven del agua". En la mecánica de un guión cinematográfico, como en la de una novela, encajar las piezas del puzzle para que todo cuadre es fundamental, aunque se puede caer en el puro artificio formal. El cine americano de género, sobretodo desde los 90, parece estar adscrito a esta estructura. Los españoles, como grandes amantes y consumidores de cine estadounidense, sabemos ya como fabricarlo, dándole a veces una impronta nuestra. Aunque no tiene por qué, el cine americano es icónico, universal, y mientras respetes sus códigos formales, lingüísticos y de star-system, puedes crear sus pelis tanto en Ávila como en Madagascar. Además, les hacemos las leyes anti-piratería que ellos quieren y necesitan para salvaguardar sus intereses comerciales e industriales, aunque ese es otro tema..
Rodrigo Cortés es un gran alumno aventajado, sabe hacer películas. No aburre, entretiene y parece saber lo que cuenta. En este caso, en Red Lights, apunta a muchos sitios y al final, sólo se asienta en uno, y no el más interesante, aunque sí el más comercial y digerible. Tiene su guión la virtud de que crea grandes personajes, con grandísimos intérpretes detrás, y no me refiero a Robert de Niro, que se autoparodia a sí mismo por enésima vez, aunque creíble lo está siempre. Me refiero a la maravillosa Sigourney Weaver, perfecta en su madurez, desaprovechada por el cine en general, y que desde Avatar, vuelve para componer personajes cada vez mejores. Su presencia es imponente, y el drama interior que se percibe hace muy humano al personaje. Además, para cualquier fan friki de Alien y Los cazafantasmas, ver a esta mujer hacer de científica desenmascadora de mediums y farsantes es un placer digno del Sheldon de Big Bang. Los actores hacen más grande a la película de lo que es. Al final, sale uno de la sala, no decepcionado, pero sí con la sensación de que le faltaba algo. Es un producto inferior tanto al potencial de la historia como al de los actores, francamente desaprovechados. Hay que destacar al intérprete irlandés Cillian Murphy, creíble y efectivo en todas las películas donde le he visto, y al debut de una de las hermanas Olsen, quizá la más seria, Elizabeth Olsen, a la que intuyo veremos ya instalada en el cine como jóven promesa.
Es de recibo felicitar al realizador porque esta película muestra de forma veraz un mundo lleno de estafadores, "actores", gurús de la nueva era y mediums televisivos a lo Anne Germain, que quien haya leído alguna vez los anuncios en la Revista de Terapias alternativas "Natural", los tendrá bien localizados. Ojo a la Sanergía, nueva pseudo ciencia de moda que está formando por todo el país a monitores y masters que dan conferencias por un ojo de la cara, y que proclaman sin ningún tipo de pudor, que son capaces de curar el cáncer. Hay que tener mucho cuidado con esto y no caer en la fácil credulidad, pues esta gente es muy hábil manipulando.
Porque la película destaca algo que es preocupante y real, de como la ciencia verdadera se está dejando contaminar por la más popular pseudociencia, y de como las creencias de la sociedad, cada vez se están haciendo más irracionales, como en la Edad Media. Que se lo digan a los involucionistas miembros religiosos del Tea Party americano, que niegan la Teoría de la Evolución de Darwin.
Rodrigo Cortés es un gran alumno aventajado, sabe hacer películas. No aburre, entretiene y parece saber lo que cuenta. En este caso, en Red Lights, apunta a muchos sitios y al final, sólo se asienta en uno, y no el más interesante, aunque sí el más comercial y digerible. Tiene su guión la virtud de que crea grandes personajes, con grandísimos intérpretes detrás, y no me refiero a Robert de Niro, que se autoparodia a sí mismo por enésima vez, aunque creíble lo está siempre. Me refiero a la maravillosa Sigourney Weaver, perfecta en su madurez, desaprovechada por el cine en general, y que desde Avatar, vuelve para componer personajes cada vez mejores. Su presencia es imponente, y el drama interior que se percibe hace muy humano al personaje. Además, para cualquier fan friki de Alien y Los cazafantasmas, ver a esta mujer hacer de científica desenmascadora de mediums y farsantes es un placer digno del Sheldon de Big Bang. Los actores hacen más grande a la película de lo que es. Al final, sale uno de la sala, no decepcionado, pero sí con la sensación de que le faltaba algo. Es un producto inferior tanto al potencial de la historia como al de los actores, francamente desaprovechados. Hay que destacar al intérprete irlandés Cillian Murphy, creíble y efectivo en todas las películas donde le he visto, y al debut de una de las hermanas Olsen, quizá la más seria, Elizabeth Olsen, a la que intuyo veremos ya instalada en el cine como jóven promesa.
Es de recibo felicitar al realizador porque esta película muestra de forma veraz un mundo lleno de estafadores, "actores", gurús de la nueva era y mediums televisivos a lo Anne Germain, que quien haya leído alguna vez los anuncios en la Revista de Terapias alternativas "Natural", los tendrá bien localizados. Ojo a la Sanergía, nueva pseudo ciencia de moda que está formando por todo el país a monitores y masters que dan conferencias por un ojo de la cara, y que proclaman sin ningún tipo de pudor, que son capaces de curar el cáncer. Hay que tener mucho cuidado con esto y no caer en la fácil credulidad, pues esta gente es muy hábil manipulando.
Porque la película destaca algo que es preocupante y real, de como la ciencia verdadera se está dejando contaminar por la más popular pseudociencia, y de como las creencias de la sociedad, cada vez se están haciendo más irracionales, como en la Edad Media. Que se lo digan a los involucionistas miembros religiosos del Tea Party americano, que niegan la Teoría de la Evolución de Darwin.
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