
Desde el Club de la lucha, no había visto tan bien contadas las batallas interiores en una mente enferma, y los mundos imaginarios tan fieramente reales que el cinematógrafo es capaz de crear con nuestros fantasmas internos.
Sin yo conocer prácticamente nada del argumento de El lago de los cisnes, The Black Swan consigue tomarlo como apoyo para contarnos la bajada a los infiernos de una joven bailarina desquiciada por todo lo que ella ya trae encima, por la madre castradora cuya cara operada la hace aún más terrorífica, por la brutal competitividad en ese mundo esclavizante de sacrificio y dolor que es la danza clásica, por la bulimia y anorexia arrastrada desde la pubertad, por la represión sexual de una adolescente a la que no han dejado crecer, y por el acoso sexual de un profesor que decide arbitrariamente quien triunfa y quien cae en el olvido.
Todos estos elementos confluyen para que Nina, la gran y posiblemente oscarizada Natalie Portman, explote en las montañas de la locura. ¿O no?
Cinta de terror puro, con esa mirada sufriente de Nina en cada reflejo de su cuerpo cadavérico.
Me pareció similar a El Luchador, con un Rourke en estado de gracia que lo era todo, pues siendo aún más redonda The black swan que aquella, sin Nina-Natalie Portman -en su mejor papel, en el apogeo de su madurez interpretativa), la película es poca cosa. Estos personajes tan carismáticos y poderosos hacen que el resto de personajes y argumento giren alrededor de ellos, y con tan buenos actores y actrices, es difícil hacer películas mediocres.
ARANOFSKY ME RECUERDA AL CRONENBERG DE LA NUEVA CARNE DE HACE UNOS AÑOS...
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