
Recuerdo como entre sueños, cines que ya no existen, locales de barrio destartalados, y los recuerdos de mi padre que contaba que en su infancia podría haber casi 100 cines de verano en Córdoba. Recuerdo el Cine Maxi, que es hoy en día un bloque de pisos, y los fallecidos cine Santa Rosa y Reyes Católicos. El primero llegó a ser un Lidl y el segundo sigue cerrado, durmiendo el sueño de los justos.
Me acuerdo del cineclub de los Salesianos, que funcionó durante muy pocos años, y ahora es una sala de teatro infantil.
El cine no es sólo entretenimiento, es memoria, es nostalgia, es documento, fragmentos de vida. Une a la gente en comunidad, sobretodo al barrio, que se siente partícipe de su propia historia.
Un concejal de vivienda del barrio de Harlem, con cara de buen chico, después de proponerle al anciano dueño del viejo videoclub que deje que desahucien su edificio para que construyan casas de protección oficial, le dice :- "Yo sólo quiero mejorarles la vida".
Pero es que la vida del barrio ya era buena antes, la gente sabe como divertirse junta, como transmitirse la cultura popular de su época. El progreso y la presunta comodidad acaban borrando las huellas de lo que había antes, de lo que conociste de chico.
Bekind Rewind es un magnífico ejercicio de nostalgia, de respeto, de homenaje a las películas de una época, a la música, al barrio, al cine en general y su poder para embellecer la vida.
Cineclubes improvisados en asociaciones de vecinos, peñas, colectivos culturales, talleres de video, de cine, de guión, proyecciones para los peques, para los abuelos, para todos, cines de verano en los solares de la vieja ciudad, el barrio como unidad de relación comunitaria, de comunicación, de habitabilidad.
Harlem como Lavapiés, o Córdoba, o Soria, la vida pequeña en localidades humanas y abarcables.
Más allá del chiste y del ingenio visual de Michel Gondry, su oda al viejo encanto del vhs y del cine para la gente del pueblo.
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