

Hace un tiempo, saqué de la biblioteca del barrio el libro en el que está basado esta película. Me pareció un tocho romántico, y no pasé de los dos primeros capítulos. Era como esas novelas de los supermercados, Jazmín, o las de Corín Tellado, aunque con más enjundia y pretensiones, ya que en EEUU éste tipo de género literario no está tan denostado como aquí, y hay buenas escritoras y escritores que se dedican sin mayor problema a la novela de amor.
El tema me pareció sugerente, mezclar los viajes en el tiempo con una relación romántica, darle quizá un cierto tono épico y fantástico al agotado romanticismo cinematográfico. La película no es quizá una maravilla, pero entretiene, no es empalagosa, y es fiel al espíritu de lo poco que leí de la novela. Puedo decir que agradezco que se haya realizado una versión cinematográfica del libro, pues se me ha hecho más fácil verla y disfrutarla que tragarme las 500 páginas del volúmen. Y sobretodo, la peli cae bien por los actores. El guión saca mucho partido de los encuentros espacio-temporales que van definiendo la relación, tan convencional como cualquier relación amorosa, sólo con el añadido del viaje entre dimensiones temporales. El final se hace de rogar un poco, pues el espectador ya conoce una información crucial que se va postergando sin sentido, pero la secuencia de cierre recupera el sentimiento y muestra muy bien qué clase de amor siente uno de los miembros de la pareja por el otro. Cómo lo resumiría, pues como película bonita a secas, de las que le encantará mucho a ellas, y también, por qué no, a ellos, ya que no es tan lacrimógena ni ñoña como lo esperado, y porque también habla del amor a los padres y a los hijos, y usa los mecanismos conocidos del viaje en el tiempo de manera que, si no muy original, sí que efectiva, porque ayuda al personaje a vivir con ello y a sacarle partido para hacer felices a las personas que le importan.
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