

Sin que hayan inventado de nuevo la cerveza, qué bueno y qué necesario es que alguien renueve el género de adolescentes de instituto americano y continúe la saga de chico conoce a chica en un momento especial. Si Nueva York es mítica, New Jersey no lo es menos. Quién no quiso ser el guitarrista ó el cantante de una joven banda de rock o atraer a la chica más interesante con tu obra creativa.Y que esa chica esté en realidad, mucho más buena que la presunta tía que te dio calabazas, que es gilipollas y mononeuronal. Y que sea judía, vista de negro y le gusten los garitos de música indie. Y discutir con ella en tu patético Yugo, el único del país, que confunden los borrachos con un taxi de New York. El chico del Yugo como antaño Mathew Broderick en la inefable "Todo en un día", compartiendo buen rollo, ilusiones y la aventura en el mundo nocturno de clubes, colegas, conciertos secretos conspirados por internet.. Todo este etcétera, todos estos puntos suspensivos, sólo para contar que qué alivio, qué consuelo y que fugaz alegría da sentir esa pequeña felicidad que te ofrecen algunas películas de vez en cuando, donde salen personajes que se parecen a ti, que te gustaría que ellos fueran tú ó tú ellos, maldita sea. Película que uno recomendaría a los chavales jóvenes de ahora, tan apegados a la puta realidad, para que volasen y soñaran un poco, y se enamorasen de la chica judía que va de negro, o del pánfilo enclenque que toca en una banda de gays neopunks y que conduce un destartalado Yugo.
Comentarios