
A Wong Kar Wei le queda para completar su periplo mundial en pos del cine romántico, hacer cine de Bollywood, Iraní y Egipcio. En esta su experiencia americana, nos regala una obra cercana a Chungking Express en lo estético, pero indy en lo conceptual. Daría igual lo que contase, porque con presentarnos el rostro de Norah Jones ya está todo lo que hay que decir. Bellísima.
Hé aquí un pedazo de blues, un cronopio, un tango. Es el más cortaziano de los directores, uno de los pocos que se atreven al romanticismo puro y duro sin blandenguerías ñoñas. Es poesía, idiota.
Me uno al coro de protestas que no comprenden por qué no se ha distribuido esta película en España. ¿Ni siquiera apareció en videoclubs?. Pero si la traducción al español rula en internet sin problemas, con buena calidad de imagen. Nos obligan a esto los exhibidores miopes, después que no nos acusen de vulnerar nada. Es cultura, no sólo negocio. Y la cultura es libre, amigos.
Que se pongan las pilas los cineclubs y filmotecas regionales. Hay que traerla para que la gente la vea.
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