
Que extraña peli. Relata la eterna lucha entre el bien (Inglaterra) y el mal (España). Es una historia con blancos y negros, sin grises, y así aceptada está bien, es más que correcta.
Lo extraño viene en la contraposición del maligno imperio español con la figura de la reina inglesa. Lo lógico y previsible hubiera sido el contraste entre el oscurantismo religioso de Felipe II y el imperio de la ciencia, la razón y las libertades de Inglaterra, (algo así parecen querer contar en principio) pero optan por una reina del todo mesiánica, compasiva a ratos, mezcla de juana de arco y jesucristo, que obra milagros y supera pruebas y tentaciones místicas, que tiene profetas en la corte, y que por raro que parezca, me recuerda al Neo de la saga Matrix o al Kal-el de Superman Returns.
Por todo ello, se resiente la historia (que en realidad cuenta hechos históricos objetivos con acierto) por el enfoque incoherente de los personajes centrales ( que desvirtúan esos hechos históricos correctos). Me mola el Felipe II que siente como ha perdido la gracia de su falso Dios que ahora recae en ¡¡ Elizabeth!!. Pero que extraño mensaje, asociar la caida (historicamente muy posterior a Felipe II) de un imperio y el surgimiento de otro al traspaso de la divinidad de un ídolo de madera en una cruz a una reina de carne y hueso que resplandece gran parte del metraje (los malos van de riguroso negro o rojo), en una suerte de extraño auto sacramental (también me recordó a una versión videoclip de The Baby of Macon).
Así que me gustó todo (por fantástico), excepto el personaje de Clive Owen, un pirata postizo que no transmite verdad ni credibilidad salvo en contadas escenas, bien encarnado pero superfluo a todas luces en el relato a mi entender.
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