Ya se sabe que esta crísis económica ha traido a la palestra una gran cantidad de manuales de autoayuda y análisis peregrinos de economistas, pseudocatedráticos y gurús varios ninjas que tratan de explicar los origenes y consecuencias de lo que parece la transformación del capitalismo en otra cosa.
En mi opinión, lo que me ha parecido más acertado de esta cinta de Oliver Stone es su rabiosa actualidad, el cinismo del ya autoparódico personaje Gordon Gecko, reconvertido en otro gurú más de la economía, al estilo Mario Conde, y el retrato de los magnates como trileros de altos vuelos, mercaderes medio mafiosos que siguen a pie juntillas aquel dicho castellano tan sabio de "a río revuelto, ganancias de pescadores".
Destaco la creciente credibilidad del joven Shia Labeouf, que a mí siempre me convence en cualquier papel, sea en Indiana Jones 4 como en Transformers, y al redivivo Michael Douglas, que cada vez me recuerda más a su padre, el gran Kirk, inmortal al pie de la letra.
Quitando esto, me decepciona que la película se centre en un empresario maloso, que parece ser el desencadenante de la crisis financiera, y no analice de forma más sardónica el sistema, el mecanismo que lo alimenta y lo fagocita. Parece que esta vez, Stone no ha pretendido hacer más que un divertimento con algunas gotitas de crítica social.
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